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domingo, 30 de noviembre de 2014

La Nicaragua española



La puerta de un barcito que queda sobre la Calle Gutiérrez de Cetina en Madrid es la entrada a Nicaragua. Al abrir, sus visitantes se reconectan con esa tierra que dejaron al otro lado del Atlántico. “ Cristo ya nació, en Palacagüina, de Chepe Pavón y una tal María… ” se escucha. Quizás sea la voz de Carlos Mejía Godoy lo que los traslada a Nicaragua o la Bandera azul y blanco que guinda de una esquina, o los cuadros de sacuanjoches y madroños. Quizás sea el retrato de Rubén Darío o ese gallopinto servido con cuajada. Quizás sea todo.

El bar Nicaragüita, que abrió en Madrid hace dos años, es un sitio pequeño: una barra y seis mesas cuadradas para cuatro personas cada una. Su dueño Benjamín Gadea es un ocotaleano que tiene ocho años de vivir en España con su esposa Maela Vásquez y sus tres hijos.



Ser nicaragüense en este sitio es ser familia y eso lo diferencia de cualquier otro bar en Madrid. Se conozcan o no, da igual. “¿Sos nica?”, es la pregunta de rigor y que se hace de mesa a mesa. Luego comienzan las pláticas, del pueblo, de Ortega, de la situación en Nicaragua, del beisbol, de las añoranzas. Llegan las risas, el intercambio de números telefónicos que después con mucha probabilidad terminará en una cita en el mismo sitio el fin de semana siguiente. “El que viene aquí se siente en casa, siempre regresan”, dice Gadea.

Según el gusto de los clientes la música va cambiando de ritmo de Carlos Mejía a Los Mokuanes, de Los Mokuanes a Dimensión Costeña y así… A este lugar, según el dueño, llegan desde diplomáticos nicaragüenses hasta domésticas. Los sábados se llena más, explica, porque hay muchos de sus clientes que trabajan internos y les dan salida los fines de semana.

Lazarillo de los nicas


En el restaurante hay también un visitante habitual. Se llama Luis Sacasa Olivares, abogado y sociólogo, nació en León de Nicaragua (en España hay una ciudad con el mismo nombre) y lleva más de 40 años viviendo en Madrid.



Desde el año 2007, Sacasa preside la Asociación de Amistad Hispano Nicaragüense (AAHN), la más antigua en ese país europeo y a la que llegan muchos compatriotas en busca de ayuda.

La asociación surgió a principios de los años noventa a instancia de Lorena Serrano, mujer del embajador nicaragüense de ese entonces. Serrano convenció a un grupo de nacionales que vivían en la capital española para juntarse y hacer actividades, aunque la idea central era conciliar posturas políticas entre los que vivían en España.

Luis Sacasa era uno más de los que iban a las reuniones de esa organización y en esos años se dedicó básicamente a recaudar fondos y a apoyar algunos proyectos en los municipios más pobres de Nicaragua.

Con el paso del tiempo la asociación empezó a decaer, pero con el cambio radical en la composición de la comunidad nica residente en Madrid surgió la necesidad de hacer algo por rescatarla.

Sin embargo, la idea del rescate y de los cambios, propuestos por Luis, le costó que la misma junta directiva, integrada casi solo por nicaragüenses, le tacharan de ser “antiespañol”.



“Me dijeron que era un antiespañol, solo porque criticaba el trato que daban las autoridades españolas a los inmigrantes”, relata Sacasa y apostó, con el apoyo de Ricardo Callejas y algún otro miembro de la asociación, por un cambio radical en esta. Se le dio un perfil más social y sobre todo se trabajaba por la gente que acababa de llegar a España.

Durante algunos años se reunieron en el Centro Hispano Centroamericano (CEPI), unas oficinas creadas por la Comunidad de Madrid para integrar a los inmigrantes. En ese lugar se les daba asesoría jurídica para ayudarles a tramitar los permisos de residencia, recibir un curso de formación o simplemente organizar una actividad cultural.

Al llegar la crisis económica a España empezaron los recortes sociales y las autoridades españolas tuvieron que cerrar el local. Ante esa situación, y con un grupo de nicaragüenses que visitaban el centro todas las semanas, decidieron buscar a donde irse. Ahí apareció Benjamín Gadea, a quien Luis Sacasa ya había conocido cuando este buscó asesoría para montar el Nicaragüita. Gadea ofreció a la Asociación su local para que se reunieran los nicas.

“Acordamos con él reunirnos todos los miércoles por la tarde, de tal manera que los nicaragüenses no perdiésemos el contacto y que tuviésemos un lugar para hablar y para contarnos nuestros problemas”, explica Sacasa.

Fue así como ese bar se convirtió en algo más que un lugar para entretenerse. Sacasa cuenta que son muchos los compatriotas que llegan en busca de asesoría, la mayoría mujeres, agobiadas no solo por la falta de trabajo, sino buscando apoyo legal para tramitar su residencia, o para hablar de sus problemas cotidianos.

Ross Jarquín es de Boaco y lleva más de 20 años en España. Recuerda que caminando por las calles de Madrid conoció a una mujer peruana, quien le ayudó a conseguir su primer trabajo en una pizzería en donde estuvo trabajando durante varios años. Luego se dedicó a trabajar en hostelería, almacenes, en supermercados o cuidando a personas mayores.

En la embajada de Nicaragua en Madrid le comentaron de la existencia de una asociación de nicaragüenses que se reunían para desarrollar actividades culturales, como por ejemplo la Purísima y las fiestas patrias. “Llegaba por curiosidad y para relacionarme con gente de Nicaragua. Me interesaba mantener el contacto y las tradiciones de mi país y la única asociación que me daba esa oportunidad era la que dirige Luis Sacasa.

Allí han ayudado también a mujeres que trabajan en el servicio doméstico y que han sido víctimas de chantaje laboral de parte de sus empleadores. Mujeres a quienes sus jefes las mantienen encerradas en la casa, que las hacen trabajar muchas horas y que cuando renuncian no les quieren pagar y las amenazan con denunciarlas a la Policía, por estar ilegales.

Hace unos meses la AAHN recibió una llamada de la embajada de Nicaragua, pidiéndole ayuda para recoger fondos y repatriar el cadáver de una nicaragüense que murió en un hospital de Toledo tras varias horas de espera en la sala de urgencias.

“Apoyamos la campaña para buscar los fondos para repatriar el cadáver de la nicaragüense y recuerdo que en cuatro días ya se había recaudado el dinero y que tuvimos que decirle a la gente que no siguiera mandando nada”, comenta Sacasa.

El Sabor nica


Es mediodía de un viernes en Madrid y en el bar Nicaragüita hay movimiento en la cocina a pesar de los pocos clientes, pues el bar empieza a llenarse a partir de las 5:00 de la tarde. Una mujer de unos 30 años prepara unas cuajadas con tortillas hechas con harina de maíz que servirán a los comensales el fin de semana.

En la barra del bar está Benjamín Gadea, a quien le ha tocado vivir la travesía de los inmigrantes en tierras extrañas. Al principio le tocó trabajar en la construcción y, como interno, cuidar a personas mayores. (Este tipo de trabajo implica vivir en el mismo domicilio para atenderlas en todas sus necesidades). Cuenta Gadea que al llegar la crisis económica a España y al no haber trabajo “decidí, junto con un socio cubano, montar algo para mí”.

“Veíamos que habían restaurantes de comida ecuatoriana, colombiana y peruana, pero no de comida nicaragüense. Es por eso, y porque en Nicaragua tuve un negocio de comida, que me decidí montar este aquí. Hacemos gallopinto, cuajadas, tacos, salpicón y toda la comida nica que se pueda comer sin estar en Nicaragua”.

Al principio era difícil encontrar los ingredientes, pero con el tiempo esto se ha ido solucionando, pues hay varias tiendas que te venden productos latinos. Los frijoles de Nicaragua, por ejemplo que hace unos años eran difíciles de conseguir, ahora nos los envían de Zaragoza y, según nos han dicho, los traen desde Totogalpa”, afirma Gadea.

Los sábados son los días más movidos. Los nicaragüenses llegan a comer y a tomarse unas cervezas o unos tragos de ron. También llegan hondureños y colombianos. Españoles, a veces, pero la mayoría de los clientes son latinos. Los fines de semana el menú es variado: nacatamales, sopa de cola, tacos, enchiladas, chancho con yuca, salpicón. A veces también hay leche agria, rosquillas y picos. En fin, la Nicaragua pequeña que uno grande la sueña….

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