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lunes, 24 de noviembre de 2014

Zoocrianza de especies se renueva



¿Se atrevería usted a albergar en su casa a una boa, una pitón o una tarántula o la daría como obsequio a un pariente o amigo? En nuestro entorno seguramente la mayoría responderá que no y reconocerá que de encontrarse con algunos de estos animalitos —como medida de protección—, la primera reacción sería eliminarlos.

Sin embargo, en Estados Unidos y algunos países de Europa y Asia la demanda de estas especies cada vez es más fuerte, ya que las usan como “mascotas”. Esto se convierte en una oportunidad de negocio que en los últimos años Nicaragua ha aprovechado para diversificar su oferta exportable. Pero el crecimiento sostenido que este negocio había registrado en años pasados se vio frenado este 2014, como consecuencia de la entrada tarde del período lluvioso.

“La prolongación del verano alteró el ciclo de reproducción de algunas especies. Por ejemplo las tortugas y las boas generalmente nacen entre abril y mayo, y este año con la sequía nacieron hasta en junio y la nacencia fue menor. Eso frenó nuestras exportaciones, ya que en otros años, para ese mes ya habíamos hecho nuestros primeros envíos”, sostiene Yesenia Talavera, administradora del zoocriadero Exotic Fauna, fundado por Eduardo Lacayo en 2007.



Eso además de incrementar los costos de producción, porque había que abastecer más agua a los criaderos y propiciar las condiciones para que los animales soportaran las altas temperaturas, provocó que cuando se tuvo listo el producto, los clientes (tiendas de mascotas en el exterior) ya se habían abastecido con otros proveedores de Centroamérica.

Por si fuera poco, a esto también se sumó que este año la demanda y los precios que paga el mercado internacional por algunos de estos animales se redujo considerablemente ”, cuenta por su parte Ramón Ernesto Mendieta, zoocriador de San Marcos, Carazo.

Diversificar es la solución


Pero estos contratiempos lejos de desanimar al sector lo empujó a seguir diversificando su inventario. El catálogo de los nueve zoocriaderos que funcionan legalmente en el país, ya no se reduce, como años atrás, a las boas, ranas de ojos rojos, pichetes, gekos, gallegos y tortugas.

“En nuestro caso este año obtuvimos los permisos de Marena (Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales) para introducir tres variedades de arañas o tarántulas que son más resistentes a la sequía”, detalla Talavera.

Mendieta en cambio fue autorizado para reproducir en cautiverio, con fines de exportación una especie de serpiente pitón americana llamada chatilla y dos de tortuga propias de zonas secas. Adicionalmente los zoocriaderos reproducen ratones, ratas blancas, gusanos, escarabajos, lombrices y grillos que junto con las frutas, verduras y alimentos balanceados son el alimento de las especies exóticas.



La lista de compradores, en su mayoría tiendas de mascotas, también se ha ampliado. Ante la pérdida de clientes en Estados Unidos, Exotic Fauna consiguió nuevos compradores en Hong Kong, Taiwán y Laos.

Aunque encontrar nuevos clientes estimulará las exportaciones, también, por el idioma se convirtió en un problema por el reto que significa cumplir los requisitos sanitarios que imponen esos países.

No obstante, Talavera y Mendieta coinciden en que para superar estos escollos ha sido fundamental el apoyo gubernamental a través del Gabinete de Producción, Consumo y Comercio. Desde mediados de este año le ofrecieron apoyo al sector para superar los obstáculos que les planteó la sequía. “En esas reuniones con el Gabinete han escuchado nuestras quejas y muchos de los trámites se han simplificado”, afirma Mendieta.

No es fácil hacer los envíos




No obstante, los zoocriadores reconocen que no es fácil enviar al exterior “animales vivos”, que es la categoría bajo la cual registra estas ventas el Centro de Trámites de las Exportaciones (Cetrex). “Y entre más lejos está ubicado el destino final de la especie, más difícil es garantizar que lleguen con vida y sin ningún daño”, afirma Talavera.

Estos empresarios constantemente hacen pruebas para garantizar que sus envíos lleguen al destino final en perfectas condiciones. Los envíos se hacen de manera individual, cada animal es transportado en una caja de plástico acorde a su tamaño, a estas se les hacen huecos para garantizar la entrada de oxígeno para la respiración y se les prepara una cama de papel para conservar el calor.

Lo que no puede controlarse es el estrés que causa el encierro. Eso provoca que se desesperen y en muchas ocasiones se hagan daño ellos mismos. “Como hasta ahora no hemos conseguido ningún seguro para proteger esta carga, el animal que llega con daño lo perdemos. El comprador no lo paga”, lamenta Talavera.

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