Cuando los niños notan una presencia extraña en el basurero, huyen de inmediato. Sin importar el peligro, muchos de ellos están solos en ese sitio.
En Ocotal niños entre 6 y 12 años trabajan en el basurero.
Generalmente llegan solos, sin sus padres o un adulto que los guíe o cuide, pero cada vez son más niños de 6, 8, 10 y 12 años los que llegan con la intención de ganarse veinte córdobas al día reciclando plástico, vidrio o chatarra en el Vertedero Municipal de Ocotal.
Revueltos entre mujeres, adultos, ancianos, moscas y zopilotes se “pelean” por agarrar más y “lo mejor” en cada uno de los seis viajes que hacen diariamente los dos camiones recolectores de basura de la ciudad de Ocotal y los dos viajes que hacen el volquete y un camioncito que recolectan la basura de los mercados.
Don José Catalino Dávila dice que tiene 15 años de “churequear” en el basurero de Ocotal y es hasta ahora que entre unas cincuenta personas que llegan a diario al lugar tienen que actuar con cautela para evitar golpear a uno de los pequeños que se meten sin temor alguno a rebatir la basura para agarrar “lo mejor”.
“Lo mejor” no es un juguete, que siempre salen en los desperdicios de los ocotaleanos, sino el plástico, el vidrio, el cartón, que posteriormente venden a una persona (residente en el barrio Teodoro López) que llega solo a pesar y pagarles por el paquete, comentó Roberto Zapata, conductor de uno de los camiones recolectores de basura.
OFICIO PELIGROSO
“Ellos (los niños) dicen que con algunas cosas buenas que encuentran hacen ‘bisnes’ y nosotros los dejamos, en vez de que anden robando; pero es cierto, esto es demasiado riesgo para ellos, algunos son solos y tienen que buscar cómo sobrevivir, pero otros posiblemente sean sus padres los que estén mandándolos a trabajar”, señaló Elízabeth Vanegas, del barrio 19 de Julio de Ocotal, quien se gana la vida reciclando en el vertedero.
El comprador de la basura reciclada paga nueve córdobas la libra de aluminio, seis córdobas la libra de vidrio y 1.50 córdobas la libra de plástico (envases).
“El negocio lo hace una sola persona esclavizando a los niños”, comentó Carlos Antúnez, conductor de uno de los camiones recolectores de basura.
Carlos Antúnez, conductor de uno de los camiones recolectores de basura, comentó que la situación es preocupante, no solo por el nivel de contaminación al que se exponen los niños, sino porque muchos en el lugar se mantienen en estado de ebriedad.
También lamentó que “nadie, absolutamente nadie, ningún funcionario público llega a tomar nota de la situación, que cada día se convierte en un mal que crece y cuyas víctimas principales son los niños que buscan en la basura una forma de vida”.
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