Motosierras rugen en las faldas del San Cristóbal.
45 árboles en su mayoría de cedro real han sido talados en el bosque Banderas, entre el cerro El Chonco y la zona de cafetales del volcán San Cristóbal.
Impresionados con la belleza.
El norteamericano John Menéndez hacía muy contento la travesía dominical de cinco horas hasta las cercanías del cráter del volcán San Cristóbal. “Es increíble, esto es un tesoro y si no cuidamos el medioambiente no vamos a tenerlo después”, dijo el muchacho cuando iba por el sendero.
Por su parte Danny Duggan dijo que le interesó conocer la reserva y el imponente volcán de mayor altura del país. “Creo que es muy importante cuidarlo y sembrar muchos árboles nuevos”, dijo el joven con su mochila al hombro.
Gerardo Burgos, originario de Chinandega, lamentó el despale desde Somotillo hasta la cordillera volcánica. “Esta belleza es increíble. La gente se autodestruye si tala. Yo le decía a un amigo al inicio del invierno que no llovía por el despale que se practica”, manifestó Burgos.
El majestuoso volcán San Cristóbal (1,745 metros de altura) se ha vuelto “apetecido” por turistas. Precisamente el domingo 19 de octubre, un grupo de visitantes lamentó la tala de varios árboles. La situación se extiende a zonas de anidación de ardillas, cusucos, pizotes, guardatinajas, mapachines y de aves en la zona protegida, que buscan otros refugios para salvar sus vidas.
Los animales bajan hasta caseríos cercanos y los que tienen suerte son rescatados y luego liberados. Cándido Centeno, guardabosque voluntario de la reserva natural, comentó que las autoridades dan muy poca atención al sitio de donde se obtiene agua para los municipios de Posoltega, Chichigalpa, El Realejo, Corinto, Chinandega y El Viejo.
La madera que fue talada con motosierras es de cedro real y está en veda, y aunque se ha avisado a todas las autoridades, aparentemente no hay interés de preservar el área protegida. La gente que tala ingresa por el lado norte. El día que llegaron los guardabosques los destructores abandonaron los árboles cortados.
PREOCUPACIÓN POR DESLAVE
Rigoberto García, integrante de Asociación Fuente Verde, propietaria de 480 hectáreas que protegen para garantizar el recurso hídrico, comentó que “por el problema de incendios, en el verano pasado, la primera lluvia arrastró el material albergado en la zona alta hacia la zona boscosa de la finca Banderas. Este bosque protege a las comunidades orientales que están en las faldas”.
Los animales huyen despavoridos del volcán ante la depredación de la zona.
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