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viernes, 21 de noviembre de 2014

Gigantona en León: una tradición

Año con año la Asociación Folclórica de Gigantonas “Viva León Jodido” lleva a todas las Gigantonas al museo Rubén Darío, en Ciudad Darío, Matagalpa, e incluso participan en actividades fuera del país
Aunque se considera a León como la cuna de la Gigantona, del Pepe (enano) Cabezón y del coplero, muy pocos conocen la historia de esta tradición que tiene más de cien años de propagarse a los demás departamentos de Nicaragua y a otros países del mundo.

En la casa de la Gigantona, que está ubicada en el barrio Sutiaba, se encuentra Florentina, la Gigantona que tiene más de 146 años de existencia y sigue bailando y recorriendo calles, repartos y avenidas de León.

El año pasado se hizo un homenaje a esta reliquia que mide unos tres metros de alto y en su honor hicieron la Gigantona más grande del mundo, con 11 metros y 40 centímetros de altura, que fue llamada también Florentina y se encuentra en el museo de Mitos, leyendas y tradiciones. Del 8 de noviembre al 31 de diciembre se ha denominado la temporada de la Gigantona en la ciudad de León. El 8 de diciembre se realizará el concurso de la Gigantona.

La Florentina de 146 años es la única pelo rizado café, de cabuya, su cuerpo es de madera, mide tres metros, sus ojos son amarillos, tiene labios rojos y cachetes rosados.

En León hay aproximadamente 70 gigantonas y hay artesanos que se dedican a hacerlas. En la casa de la Asociación Folclórica de Gigantonas “Viva León Jodido”, ubicada de la estatua del indio en Sutiaba, 15 varas al Oeste, hay 14 gigantonas y son alquiladas a 100 córdobas todos los días a grupos de cinco personas, entre ellos niños, adolescentes y adultos.

A los niños a veces les va bien y a veces mal. Deben entregar los cien córdobas del alquiler y la ganancia la reparten entre cinco. Hay quienes hacen 200 córdobas y otros entre 400 y 500 córdobas.

Hacer una Gigantona tiene un costo aproximado de cinco mil córdobas. Yolanda Arosteguí, de 64 años, tiene más de 20 años de hacer los vestidos de estas enormes mujeres y con su creatividad ha ganado varios concursos que realiza la Alcaldía de León y el Intur.

“Para hacer un vestido de una Gigantona se utilizan 25 yardas de tela, adornos y brillantes, tiene un costo de tres mil córdobas, depende de la tela para la Gigantona. Florentina fue vendida y llevada a Somoto, pero hace algunos años regresó nuevamente a León”, aseguró Pérez Arosteguí.

Tradición que heredamos


Según el profesor Wilfredo Pérez Arosteguí, miembro de la Asociación Folclórica de Gigantonas “Viva León Jodido”, con la llegada de los árabes a España llegaron las coplas a las calles al ritmo de tambores y flautas, esta juglaría llegó también a Guatemala junto con la tradición de los gigantes y cabezones durante la colonización española.

Luego se trae a Nicaragua a los gigantes y cabezudos, pero los indígenas le dan el toque de autenticidad levantando una Gigantona y la bailan con el son de tambores. Los historiadores cuentan que la Gigantona representa a la mujer española, bella y hermosa.

Pérez comentó: “El baile de la Gigantona forma parte del patrimonio cultural nicaragüense, es una forma de sentir, de emocionarse, de soñar, imaginar, de reír. Utilizamos un mecanismo alejado de toda tecnología y un lenguaje afectivo, entre grotesco y cómico, para expresarse. Esta tradición tiene un código propio, una simbología de gestos, el de la tradición, que es popular, abierta y participativa”.

Largo de los políticos


Hablar de la Gigantona para los gobiernos y políticos es un dolor de cabeza. “Ya se acabaron las elecciones donde mi pueblo participó, hubo pleitos y bochinches toda la gente se lamentó, ya no queremos más política que nos de dolor de cabeza, lo que queremos es que se acabe la miseria y la pobreza, trabajemos como hermanos juntos en el poder para darle a los niños que tienen que comer”, dice una de las coplas.

“Nos identificamos más con la población y comprendemos por qué los copleros en esa época usaban la máscara, y es que siempre la represión a las personas que hablan va a existir en los diferentes sistemas políticos; por eso consideramos ponernos en estos tiempos máscaras por muchas razones, razones políticas; sociales… esta es una causa por la que sentimos que no nos apoyan, porque lógicamente si recibimos un apoyo económico institucional nos exigen que también nosotros seamos fieles a sus principios, nos callan con las coplas y nos ponen ciertos parámetros”, manifestó Pérez.

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